miércoles, 12 de junio de 2013

Paseo.

Ezequiel se encuentra cada día con su abuelo al salir del portal y camina junto a él hasta la puerta del colegio.
No cruzan una palabra en todo el trayecto, cosa que a Ezequiel le parece bien: está casi seguro de que, de abrir la boca, el abuelo no podría evitar enlazar sabios consejos con regaños y órdenes, tal como suelen hacer todos los adultos que conoce.
Sí le inquieta un poco que su abuelo no deje de mirar hacia los lados y hacia atrás.
A Ezequiel le gustaría explicarle que todo aquello sucedió en la guerra que, según le ha dicho su padre, ocurrió hace un montón de años.
En su vocabulario de niño, es incapaz de encontrar las palabras para explicarle que lo asesinaron de todas formas.

2 comentarios:

  1. Lo único que me entristece más que un anciano desconcertado y con el corazón roto, es un anciano eternamente desconcertado y con el corazón roto.

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