viernes, 25 de octubre de 2013

Los que claman justicia.

El único civil que presencia las ejecuciones es el párroco de Hoyo de Manzanares, don Alejandro. Da la extremaunción a los tres fusilados, aunque sabe que ninguno de ellos es creyente. Sin previo aviso, la Guardia Civil lo ha sacado imperiosamente de su casa, de madrugada, para que asista a tan terrible escena. Veinticinco años después de aquellos acontecimientos relató por primera vez, al equipo de investigación del programa televisivo Crónicas de una generación, su traumática experiencia: "Además de los policías y guardias civiles que participaron en los piquetes, había otros que llegaron en autobuses para jalear las ejecuciones. Muchos de ellos estaban borrachos. Yo no paré de llorar en todo el tiempo y algunos se acercaron a mí para amenazarme por no aplaudir. Cuando fui a dar la extremaunción a uno de los chicos fusilados, aún respiraba. En ese momento, se acerco el teniente que mandaba el pelotón y le dió el tiro de gracia, sin darme tiempo a separarme del cuerpo caído. La sangre me salpicó. No he dejado de tener pesadillas ninguna noche de mi vida".
Alfredo Grimaldos.

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